domingo, 28 de diciembre de 2008

DE REGRESO

PRONTO NUEVA ENTRADA

martes, 2 de diciembre de 2008

Medias de seda


CAPÍTULO 3


Santa más no virgen


A su martirio, un año después, llegó a la Ciudad de la Cruz Divina. Por entre las puertas de cristal, del viejo edificio de imprenta Roma, se adentró un sujeto, respondía por el nombre de “inexperto en el amor pero diestro en la seducción”, nadie le tomaba de casanova pero si de Don Juan lastimoso. Sólo una mujer, le permitió, acercársele y sus decisiones tendrían resultados para no contarse.


Gruesa en su hablar e hipnotizante en su andar era Clara de la Vista, simple morena ardiente, que rogaba ser violada más sin embargo nadie conocía su deseo más íntimo.


CAPÍTULO 4


El techo del purgatorio

En toda su vida, Clara a nadie alegó que la mujer debía ser violada y después amada pero su insistencia era mayor al no saber ¿Porqué el techo del cuarto verde era cuadrado? Hay techos circulares, rectangulares, hexagonales e inclusive triangulares pero ¿Porqué el techo de su cuarto era cuadrado?

Enmudecidos por el frío, penetrada por el calor y satisfecho en su acoso sexual, vuelto mutuo acuerdo de violación, el vociferante sujeto, al que ella llamaría bastardo más tarde, se lució ante ella.

La pequeña, pero inocente puta Clara, en un baño de lágrimas se ahogó. Su vida ya no tenía sentido alguno porque descubrió, muy tarde, que el ser violada no significaba ser amada.

Ahora, sería juzgada, por si misma, porque disfrutó del verdadero amor por primera vez, de no ser utilizada con lujuria sino con trato de princesa, de ser mimada por el hombre que, en su desfachatez extraviada esa noche, comprendió el dolor de Clara y su fatal necesidad de sentirse querida a pesar de ser ultrajada por cualquier bestia.

Pero ya era muy tarde. Las últimas páginas de su diario quedaron bañadas en jerez que la acompañaron hasta su último trago.
Y la triste figura quijotesca, del hombre errante, se mantenía de pie, frente a la lápida de quien alcanzó a amar, comprender más no salvar de su tragedia.
La veló cada día, esperando que ella regresará de su sueño eterno pero el tiempo borró de su mente todo pensamiento y ahora sólo se preguntaba ¿De quién eran esas medias de seda?