martes, 25 de mayo de 2010

Sobre la piel de un adicto - Capítulo 1 - De uno a mil


Las siguientes cuatro entregas narrarán la experiencia llamada "Sobre la piel de un adicto" donde se desconoce que un trastorno de conducta alimenticia como la "obesidad" puede conducir a una adicción sobre la comida. Este es el primer capítulo.


A través de las siguientes líneas se puede identificar un problema. Son más de 100 razones para decirles que la vida, de quien escribe a continuación, es una charada. Inveción después de la concepción. Siendo exactos son 117 puntos negativos, vamos a volverlo más fácil, transformemos esos puntos, cada punto en mil gramos, es el peso ideal para sacrificar a un chancho, marrano, puerco, cerdo o "pig" en inglés. Padezco 117 motivos para desanimarme todos los días cuando me veo al espejo, al salir de mi casa y encaminarme a la calles porteñas de Mazatlán, abriendo el guardaropa, estando en la playa, cortejando a una mujer incluso fornicando. 100 más 17 suman 117, es un número atemorizante, antes eran 56, con los años aumento a 75, la cuenta ascendió; igual la masa corporal de mi cuerpo comprendido por vientre voluminoso que escondía al maltrecho estómago, esófago y sus intestinos grueso y delgado. El pecho desfigurado sin un David que Miguel Ángel rescató del mármol. Por muchas manos de féminas inquietas pasaron las mejillas, carnosidad grasiente que se resbalaba entre los dedos como yemas de huevo. Desapareció el cuello, yacía entre los hombros, abismo desértico y con oasís de sudor, palmeras caatañas sobre dunas de piel muerta y estrías como áridos ríos. Después la cifra aumentó a 90, 100, faltó poco para las mil unidades, en 117 kilogramos cayó como ficha de dominó una solución, no habría otro día envuelto en carnes bofas, manto graso y siendo gordo.

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