lunes, 16 de noviembre de 2009

DESDE LA TRINCHERA

Por varios días lo pensé, esa idea recorrió mi mente. Si se escapaba no habría marcha atrás. Decidí hacerlo antes de las 15:00 horas, tal como un amigo aconsejó, tomé el teléfono, busqué el nombre de la damisela, con la mente era inútil llamarla, presioné el botón "llamar" y esperé. Seis días antes anoté su número telefónico, lo escribí mal.

La demora valió la pena, aguardé tal como debí hacerlo. Pero por qué no revisé el número, antes de ingresarlo a la lista de contactos de mi celular. No lo sé, cometí un error que no se perdona, ni el juzgado más benébolo omitiría tal falla.

Queda esperar, a verla conectada en el sistema de conversación indirecta virtual, también llamado "Messenger", pedirle su número con un pretexto, que lo anoté mal, se borró mi memoria, perdí mi teléfono. Algo se me ocurriría, mientras tanto sigo en mi rutina, jugando con las palabras, editando, viendo fotografías, discutiendo, salvando a los acentos, cuidando a los desprotegidos vocablos, vámonos ya.

Cambié de lugar, ahora mi asiento, cubículo, escritorio, calabocito o área de trabajo está a menos de 15 pasos de los editores, jefes, jueces de mis actos y perjurias. Mi escritorio es común y corriente, colores ténues lo adornan, la única vida que hay aquí es de quien escribe las siguientes líneas, no hay calor, esa sensación confortable. Solo fotografías que coloqué a la derecha del escritorio, un recorte de The Beatles, de su disco Revolver, un dibujo que me hicieron, además del letrero que imprimió el departamento de Recursos Humanos cuando cumplí 27 años. Sobre la base, donde descansa la computadora, hay revistas, periódicos viejos, un manual de estilo editado por el periódico, carpetas llenas de papeles, flyers, y etc.

Dejé de escribir a las 14:27, bajé al comedor a digerir los sacrosantos alimentos, me demoré casi una hora, pero valió la pena, buena charla, compañía agradable, coca cola, pechuga de pollo, "green salad" o verduritas para los amigos, salsa, frijoles y arroz. De todo un poco para aminorar el estres. Creo que es momento de volver a la rutina, escribir hasta el hastío, nos vemos después, cuando la inspiración toque a la puerta otra vez.

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