sábado, 22 de noviembre de 2008

Medias de seda


Autor: Félix "El tímbiro" Viñero


CAPÍTULO 1

El errante susurro

Por sus pecados fue juzgado, el hombre de figura siniestra, pelo grasoso y mirada tan perdida en el horizonte como su vida misma. Entre letras y cabeceos comenzó su existencia. En una imprenta, a la cual él llamaba “tugurio de falsas palabras”.

En su tierra era profeta, no provenía de Comala ni mucho menos de Macondo sino más allá, donde la distancia ya no se medía en metros sino en anécdotas que el tiempo convirtió en leyendas.

Rogelio, Raúl, Ignacio, Fabricio, Miguel, Arturo y Gerardo eran los nombres por los que respondía. En el bullicio del día y entre la calma de la noche se movía sigiloso mientras repartía su versión de la vida.

Para muchos, fue objeto de burla. Era incoherente desde cada pestañeo hasta el mismo instante en que tragaba su propia saliva, ¡El muy puerco!

Clara de la Vista era su nombre, la mujer de punzante prosa que al bastardo, como calificaba al escritor en mención, destrozaba en cada línea de su viejo diario con olor a jerez. Tocar al hombre, le era imposible, seducirle con sus encantos ya no tenía sentido, frotar su intimidad de nombre falo y apellido falacia no disfrutaba más.

La mujer con medias de seda, de rizos acanelados, virginidad de muchos pero secretos de sólo uno estaba perdida en un mundo de sombras y almas en pena. Aquel que a su vagina hizo hablar ahora se ha convertido en un errante susurro.

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