domingo, 6 de septiembre de 2009

VIVO CON PROSTITUTAS



La vida puede ser como una prostituta. Un día se nos ofrecerá acercanos a ella, abrazarla, llenarla de caricias pero sin enamorarnos. Después la desechamos, inclinamos nuestra fe hacia la verdad científica, probabilidad en los hechos. Nos gana lo incierto, infortuno el camino tomado. Maldecimos a la madre sin culpa, la nos volteó su cara y exclamo "pUTA mADRE".

A veces me levanto por las noches pensando que todavía estoy en el Distrito Federal, en la selva de concreto, la ciudadela de los millones de habitantes, el palacio flotante sobre su nube de esmog.

Me dejo conquistar por la nostalgia, agradable compañera a cualquier hora del día, no precisa una invitación para visitarme, acude a mi melancolía como las abejas a la miel.

Por favor no llores si escribes tus memorias, mejor relájate y cuéntame cómo te has adaptado otra vez a la vida diaria, con tu trabajo pesado, estresante y lleno de sorpresas, dulce y amargo es el periodismo. Vaso de adrenalina que se vacía rápido y lo llenas despacio.

Libretas de taquigrafía. Marca "Estrella". Corto con espiral. Contiene 80 hojas. Papel bond de 52 gramos por metro cuadraro.

Atrás de este texto está un librero, estoy en tu lugar y tus ojos deberían observar los siguientes títulos que los míos miran como "Johnny cogió su fusil" de Dalton Trumbo, "Sobre la marcha" de Luis Spota, "Historia verdadera de la consquista de la Nueva España", de Bernal Díaz del Castillo, "Lugar común la muerte", de Tomas Eloy Martínez, "Rayuela" de Julio Cortazar, "Ernesto Guevara también conocido como El Che", de Paco Ignacio Taibo Dos. Más arriba del librero cunde la oscuridad, quedó corta la lámpara de pedestal, su presencia no ilumina más que su base dorada y largo cuello verde coronado por un sombrero en forma de volcán chato.

Un cantante me pide que no llore esta noche, trae sus pistolas enfundadas, listas para desnudarlas y hacerlas gritar. Tiro rosas a sus pies a fin de no matarme esta noche.

Por ahora me niego a continar, los pecados de la luna recién parida suspiran y aspiran cierta esencia extraña, néctar de duraznos carnosos, hablas entre sus pliegues, derramas jugo azucarado, licor dulce para dos.


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