lunes, 23 de marzo de 2009

LA DULCE VIDA DEL SAZONADO FEDERAL


El inóspito Distrito Federal. Fantasmas que rondan sus calles. Nombres, adjetivos y sustantivos entre Delegaciones y Colonias. Apodos cómodos que caen como anillo al dedo a quienes lo cargan sobre sus hombros. Cristales vacíos. Vasos sin fondo con historias impresas en sus caras. Tatuajes en el cielo. Gris. Cielo. Desconocido.

El Distrito Federal es extraño, raro y atrayente. Su gente se transforma en elemento de estudio para un antropológo porque son seres cambiantes, a veces irracionales. Desconocen más allá de las tantas deleegaciones que conforman el distrito. Monterrey no representa el norte para ellos, menos Chiapas, Tabasco, Yucatán. Se encierran en su centro y no salen de ahí. El sentimiento de haber sido conquistados cientos de años atrás los perturbó.

A los visitantes que llegamos al "Defectuoso Federal", como es llamado por muchos foráneos, nos acoplamos fácilmente al ritmo de vida. La provincia es tranquila, nosotros los provinciamos presumimos de inocencia pero en la capital nuestra alma de vandaliza, nos amalgamos a esa creatura extraña, amorfa y nos hacemos uno.. el Homo Chilangus.

Su gastronomía ha salvado a mi apetito en incontables ocasiones. Me volví adicto a las tortas de tamal. Cliente frecuente de puestos de tacos ubicados afuera de los metros, abajo de puentes peatonales, sobre pasos a desnivel, en callejones, avenidas, camellones, afuera de tianguis, sobre carritos de mandado, en canasta, recargado en postes de luz, arriba de los camiones, en taxi, metro, metrobus, pecera y en el cuarto desde donde escribo estas líneas. Y prepararlos es un arte así como sus distintos sabores o pedidos como el taco de PASTOR. Este es el rey de los tacos en el Distrito Federal, manda ante todos ya que casi todas las taquerías lo ofrecen menos aquellas que se especializan en platillos regionales. Es el Rey del Taco porque forma parte de la dieta diaria de los chilangos, lo comen niños, adultos, personas mayores con o sin dientes pero le entran macizo al taco que lo acompañan de cebolla, cilantro, salsa al gusto y limón.

Por ejemplo, hoy a las 21:00 horas y con menos de 50 pesos en mi bolsillo tuve que decidir cuál sería mi cena. Mis opciones fueron

A) Una sopa Maruchan (para quienes no conocen es una sopa de fideos instantánea. Se vende dentro de un vaso de unicel y se prepara con agua caliente en el microondas generalmente) acompaña de un paquete con tres galletas integrales y un vaso de agua. Total de gasto: Hasta 30 pesos porque a lo mejor compraba juguito o refresco.

B) Un hotdog del Seven eleven con tomate, cebolla, chile jalapeño, moztaza, mayonera, catsup. Una coca de lata al tiempo (porque tengo pinche gripa). Gato máximo hasta 25 pesos.

C) Agua en exceso hasta llenarme e ir incontables veces al baño durante las horas de sueño que me reviento en la noche. Total de gasto: Lo que cueste el jabón para la lavadora si orino mis boxers porque no alcancé a correr al baño.

Al final, para mi buena suerte, Dios se acordó de mi y con infinita gracia me llevó de la mano hasta una niña. Una joven de 15 años aproximadamente (la juzgué por su físico y atributos en desarrollo, es decir su intelecto) y frente a ella había dos vaporeras u ollas grandes. La primera contenía tamales, segunda tenía atole y había una bolsa llena de bolillos.

-Dame una torta de tamal con mole por favor -De inmediato le pedí a la niña que me sirviera mi comida.

Pagué 10 pesos (en la mañana cuestan a 8 pesos afuera del metro Patriotismo, ahí mismo la compré pero esa niña es más avara y los vende más caros) y la primera mordida me supo a gloria. Volví a ser estudiambre el 5 de enero que llegué al Defectuoso Federal. Su comida insalubre aun no me vence y me retiraré invicto de sus calles con una torta de tamal bajo el brazo.