domingo, 10 de mayo de 2009

EL DISTRITO FEDERAL Y YO - LA CASA DE LOS GIRASOLES

Alguien me espía en la casa que habito en el Distrito Federal.

De día, abro la ventana de mi habitación, asomo la cabeza para distinguir a las nubes blancas del esmog. Creo que alguien me mira cuando amanece soleado, yo no distingo quién es y lo busco adentro y afuera de la "Casa de los girasoles".

Me aprisioné en mi habitación, soy rehén de mis sospechas e intuiciones porque no sé contra quién lucho.

Trato de no pasar mucho tiempo encerrado, abandono ese cuarto y recorro un pasillo para llegar a la cocina, que está en la planta baja de la casa.

En las escaleras me topo con una ventana, la casera siempre recorre la cortina para que entre la luz del sol. Me asomo también a esa ventana, para mirar hacia la calle Puerto Real, y atrás de mi se escuchan ruidos.

Volteo y no hay nadie. Di la espalda a la ventana porque oí el sonido de ramas moviéndose, como si alguien levantara su cabeza entre la maleza.

En ese pasillo no hay ramas, ni macetas, sólo la planta de girasoles artificial que descansa sobre una repisa de madera.

Llegué a la cocina porque tenía sed, bebí agua hasta saciarme y la hija de la casera, Noemí, me llamó desde el comedor.

Antes de llegar al comedor andube por un pasillo que tenía colgado un espejo y un mapa del Distrito Federal. Salí a la habitación más grande de la casa, me esperó una mesa rectangular con diez asientos, una fuente hecha con piedra de río y pegada a la pared, además de una banca de madera que adornaba el comedor.

Noemí y yo compartimos quince minutos de plática. Me paré a su izquierda, con mi pelo sin peinar, de barba, vistiendo playera negra, short a cuadros y sandalias. Ella vestida con camisa blanca de manga larga, falda negra y medias del mismo color. Ese día calzó zapatos de tacón alto, color negro.

Alrededor de la fuente se levanta una enredadera artificial de girasoles, la planta trepa hasta el techo donde reina un traga luz colándose la cálida presencia del astro sol.

El comedor se ilumina con natural efecto, los únicos rincones oscuros son los cajones mientras se mantienen en su gaveta, inmóviles en ese cuarto. Todo permanece inerte, en su sitio, pero sospecho de los girasoles.

Las paredes escuchan mis conversaciones, primero desconfié de mi casera y de los otros inquilinos de la casa. Descarté ambas posibilidades con el paso de los días porque mi vida era muy aburrida para ellos.

No alcancé Rosca de Reyes el seis de enero, un día antes llegué al Distrito Federal, por conocer la ciudad no probé el tradicional pan. Regresé a casa a las ocho de la noche, de mi andar turístico, y me encerré en mi habitación.

Mi habitación mide 4 por 5 metros aproximadamente, entrando por la puerta a la izquierda está el baño, un cuarto donde no cabría una estufa y un refrigerador y mucho menos entrarían por la pequeña puerta.

Sobre la pared pegada al baño está el closet, después la ventana. Frente a este hueco está una cómoda con un televisor encima, un frigobar y una repisa con espejo. Además de dos camas y en medio un buró con una lámpara decorada con girasoles.

Cada noche reviso la habitación, busco cualquier cosa que se vea sospechosa y parezca objeto de espías: cámaras y micrófonos ocultos. Aluciné, huele a girasoles.

Duermo ocho horas aproximadamente, mi cuerpo descansó pero mi mente tiene insomnio... la lámpara sigue sobre el buró.

A la cuenta van cuatro meses viviendo en el Distrito Federal, la "Casa de los girasoles" aun es mi hogar y creo que las ventanas me traicionan cuando amanece soleado.

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"La mística de los inquilinos"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes un gran talento narrativo, me encontré tu blog en internet buscando al azar y me enganchaste. Tenés muchas virtudes che. Te quiere y te lee Romina, de Mar de Plata, Argentina.

Anónimo dijo...

me gusta mucho como escribes ya que me vas llevando por lugares que no espero encontrar y me sorprendes en ocaciones al encontrar a personajes que tienen algo importante que decir y tu relato me hace esperar mas cada dia como que creas un habito en la lectura.